Todos tienen su fin del mundo, muy a su manera por cierto, y todos están paranoicos tratando de salvarse y salvar a los demás o por lo menos a los de su grupo. Algunos dicen que se va a destruir por un meteoro, y dan soluciones que son muy improbables y nada confiables, es mas hasta hay una película donde según ellos
te dan una solución y te van a salvar.
Otros dicen que los extraterrestres van a venir a destruir el planta o a salvarlo, todo depende de donde vengan ¡aaaaaaaah! pero también hay una película que habla al respecto y te dicen como te van a salvar ellos, otros piensan que se va a acabar por un cataclismo, ya sea proveniente del sol, natural, o bien provocado por el hombre. total que en vez de reconfortarte, y ver el lado bueno de este evento, terminan espantandote y aterrorizandote.
si tu sientes estos bueno permiteme decirte que eres una persona que se preocupa por lo que va a suceder y es natural que tengas estos sentimientos, por que tu al igual que yo cuando no sabia esto estaba igual y también veía personas preocupadas ´por el mismo motivo y otras que no les preocupa en lo mas mínimo, estas se deben de preocupar mas que tu y yo, por que estamos buscando la verdad, solo que no la buscábamos en el lugar indicado, "LA BIBLIA" SI TU ERES CRISTIANO ( o bien, si no lo eres ¿te gustaria saber que dice la biblia? o bien, si no tantas cosas que leemos que, que mas da una mas, a lo mejor aqui encuentras lo que buscabas y si no perdóname. pero tantas cosas y tantas teorías que hay que nos tenemos que decidir por alguna. recuerda en este blogg puedes estar de acuerdo o no, espero tu comentario) te pregunto ¿acaso crees en lo que dice la biblia? o bien ¿no te la han enseñado como es o te han confundido tanto que prefieres buscar en otro lado? bueno esto es lo que quiere que hagas satanás que no leas la biblia que busques a sus adoradores los del grupo bilderberg, masones, los sabios de sión en fin son tantos los nombres con los que se les conoce a los satanicos a quienes la biblia les llama la descendencia de la serpiente (Génesis 3:14-15) 14 Y Jehová Dios procedió a decir a la serpiente: “Porque has hecho esta cosa, tú eres la maldita de entre todos los animales domésticos y de entre todas las bestias salvajes del campo. Sobre tu vientre irás, y polvo es lo que comerás todos los días de tu vida. 15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón”. Pero
¿Qué es el “fin del mundo”?
En cierta ocasión, los discípulos de Jesús le preguntaron cuál sería “la señal de [su] presencia y de la conclusión del sistema de cosas”, o como lo traducen otras versiones, “del fin del mundo” (Mateo 24:3; Biblia de Jerusalén Latinoamericana [BJL]). En su respuesta, Jesús no dio a entender en ningún momento que el planeta fuera a desaparecer. Él ya había utilizado antes la expresión “sistema de cosas”, o “mundo”, para aludir a todo el sistema mundial —político, comercial y religioso— controlado por Satanás (Mateo 13:22, 40, 49; BJL). Así que cuando profetizó: “Entonces vendrá el fin”, se refería al fin de dicho sistema mundial (Mateo 24:14).
¿Cómo será?
Jesús consideraba que el fin de este sistema mundial donde reinan la maldad y la injusticia eran buenas noticias, pues afirmó: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. Y lo describió así: “Habrá gran tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder. De hecho, a menos que se acortaran aquellos días, ninguna carne se salvaría” (Mateo 24:14, 21, 22).
¿Habrá sobrevivientes?
Solo serán destruidos quienes no aman a Jehová y a Jesús, ni obedecen los mandatos de Dios. Cristo señaló: “Así como eran los días de Noé, así será la presencia del Hijo del hombre. Porque [...] en aquellos días antes del diluvio [...] no hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos” (Mateo 24:36-39). Jesús dijo que muchas personas están en el camino que lleva a la destrucción, pero también aseguró que existe un “estrecho [...] camino que conduce a la vida” (Mateo 7:13, 14).
¿Cuándo llegará?
Cuando le preguntaron qué acontecimientos señalarían su presencia y “la conclusión del sistema de cosas”, Jesús respondió: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá escaseces de alimento y terremotos [...]; y por el aumento del desafuero se enfriará el amor de la mayor parte” (Mateo 24:3-12). Por lo tanto, las malas noticias que vemos en la actualidad tienen un lado positivo, pues indican que falta poco para que Dios establezca su gobierno y traiga la paz a toda la humanidad. A este respecto, Jesús declaró: “Cuando vean suceder estas cosas, sepan que el reino de Dios está cerca” (Lucas 21:31).
¿Qué debemos hacer para salvarnos?
Dios “dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). Claro está, para ejercer fe en Dios y en su Hijo, necesitamos conocerlos bien. De ahí que Jesús dijera: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3).
En vista de todo lo anterior, no permitamos que los problemas y preocupaciones nos impidan aprender de Dios y demostrar que lo amamos. Jesús advirtió: “Presten atención a sí mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a [...] las inquietudes de la vida, y de repente esté aquel día sobre ustedes instantáneamente como un lazo. Porque vendrá sobre todos los que moran sobre la haz de toda la tierra”. Si hacemos caso, lograremos “escapar de todas estas cosas que están destinadas a suceder” (Lucas 21:34-36).
¿Dónde debemos estar cuando llegue el fin?
CUANDO Jehová acabe con este malvado sistema de cosas en el Armagedón, ¿qué sucederá con los justos? Proverbios 2:21, 22 nos lo dice: “Los rectos son los que residirán en la tierra, y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella”.
Pero ¿cómo se salvarán las personas rectas? ¿Habrá algún lugar en el que puedan refugiarse? ¿Dónde deberán estar cuando llegue el fin? Encontraremos la respuesta analizando cuatro relatos que hablan de la protección divina.
Casos en que la ubicación fue esencial
En 2 Pedro 2:5-7 leemos cómo salvó Jehová a los patriarcas Noé y Lot: “[Dios] no se contuvo de castigar a un mundo antiguo, sino que guardó en seguridad a Noé, predicador de justicia, con otras siete personas cuando trajo un diluvio sobre un mundo de gente impía; y al reducir a cenizas a las ciudades de Sodoma y Gomorra las condenó, poniendo para personas impías un modelo de cosas venideras; y libró al justo Lot, a quien angustiaba sumamente la entrega de la gente desafiadora de ley a la conducta relajada”.
¿Cómo sobrevivió Noé al Diluvio? Pues bien, Dios le dijo: “El fin de toda carne ha llegado delante de mí, porque la tierra está llena de violencia como resultado de ellos; y, ¡mira!, voy a arruinarlos junto con la tierra. Haz para ti un arca de madera de árbol resinoso” (Gén. 6:13, 14). Noé construyó el arca tal como se le había mandado. Siete días antes de que cayeran las aguas del Diluvio, Jehová le dijo que se metiera en el arca junto con su familia y los animales. Entonces, llegado el séptimo día, se cerró la puerta, tras lo cual cayó una “fuerte precipitación sobre la tierra por cuarenta días y cuarenta noches” (Gén. 7:1-4, 11, 12, 16). Pero Noé y su familia “fueron [llevados] a salvo a través del agua” (1 Ped. 3:20). En este caso era indispensable estar dentro del arca para sobrevivir. No había otro lugar en la Tierra que fuera seguro (Gén. 7:19, 20).
En el caso de Lot, las instrucciones fueron algo distintas, pues dos ángeles le dijeron cuál era el lugar del que debía salir para poder sobrevivir. Primero le dijeron que buscara a todos los miembros de su familia que estuvieran en Sodoma y luego le ordenaron: “¡Sácalos del lugar! Pues vamos a arruinar este lugar”. Para sobrevivir, Lot y su familia tenían que huir “a la región montañosa” (Gén. 19:12, 13, 17).
Los casos de Noé y Lot demuestran que “Jehová sabe librar de la prueba a personas de devoción piadosa, pero reservar a personas injustas para el día del juicio” (2 Ped. 2:9). En ambos casos, la ubicación fue un factor clave para sobrevivir: Noé tenía que entrar en el arca, mientras que Lot tenía que salir de Sodoma. Pero ¿es siempre este el factor determinante? ¿Puede Jehová proteger a sus siervos sin importar dónde estén y sin que tengan que trasladarse a otro lugar? Veamos otros dos relatos que responden estas preguntas.
¿Es siempre la ubicación el factor determinante?
Antes de traer la décima plaga sobre Egipto, Jehová les ordenó a los israelitas que rociaran la sangre del cordero de Pascua en el marco de la puerta de sus casas. De ese modo, cuando Jehová pasara por el país para herir a los egipcios y viera la sangre rociada en las casas de sus siervos, las pasaría por alto y no causaría daño a nadie que viviera allí. Esa misma noche “Jehová hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón sentado sobre su trono hasta el primogénito del cautivo que estaba en el hoyo carcelario, y todo primogénito de bestia”. Como vemos, los israelitas no tuvieron que irse a otro lugar para que sus primogénitos sobrevivieran (Éxo. 12:22, 23, 29).
También tenemos el caso de Rahab, una prostituta que vivía en Jericó. Los israelitas estaban a punto de iniciar la conquista de la Tierra Prometida , y Rahab se dio cuenta de que la ciudad sería destruida. Ella les dijo a los espías israelitas que se alojaron en su casa que los habitantes de Jericó estaban paralizados de miedo debido al avance de Israel. Escondió a los espías y les pidió a cambio que le juraran que la dejarían con vida a ella, así como a su familia, cuando conquistaran la ciudad. Ellos le dijeron que reuniera a su familia en su casa, situada en el muro exterior. Si salían de allí, morirían con el resto de los habitantes (Jos. 2:8-13, 15, 18, 19). Ahora bien, Jehová le dijo más tarde a Josué que el muro de la ciudad se desplomaría (Jos. 6:5). Así que daba la impresión de que el lugar en el que debían permanecer Rahab y su casa no era nada seguro. ¿Cómo iban a sobrevivir?
Cuando llegó el momento de tomar Jericó, los sacerdotes de Israel tocaron sus cuernos y los demás israelitas lanzaron un grito de guerra. En Josué 6:20 leemos que “tan pronto como el pueblo oyó el sonido del cuerno y [...] se puso a lanzar un fuerte grito de guerra, [...] el muro empezó a desplomarse”. Una vez iniciado el derrumbe de la muralla, no había fuerza humana que pudiera controlarlo. Sin embargo, Jehová hizo que el derrumbe se detuviera justo al llegar a la casa de Rahab. Entonces, Josué les ordenó a los dos espías: “Entren en la casa de la mujer, la prostituta, y saquen de allí a la mujer y a todos los que le pertenezcan, tal como se lo han jurado” (Jos. 6:22). Todos los que estaban en la casa de Rahab sobrevivieron.
¿Qué es lo más importante?
¿Qué nos enseña la manera en que Jehová libró a Noé y a Lot, a los israelitas del tiempo de Moisés y a Rahab? ¿Debemos estar en un lugar determinado para sobrevivir al fin de este mundo malvado?
Es cierto que Noé sobrevivió porque estaba en el arca. Pero ¿por qué estaba allí? Porque confió en Jehová y fue obediente. La Biblia nos dice: “Noé procedió a hacer conforme a todo lo que le había mandado Dios. Hizo precisamente así” (Gén. 6:22; Heb. 11:7). Y nosotros, ¿estamos haciendo todo lo que Jehová nos ha mandado? Noé fue un “predicador de justicia” (2 Ped. 2:5). ¿Somos nosotros tan celosos como él en la predicación, aun si el territorio no es muy fructífero?
Lot sobrevivió porque huyó de Sodoma. Pero también porque era un hombre justo a los ojos de Dios y se sentía muy angustiado por la conducta depravada de los rebeldes habitantes de Sodoma y Gomorra. La inmoralidad es tan común en el mundo de hoy como lo fue en aquellas ciudades. ¿Nos sentimos nosotros igual de angustiados que Lot, o nos hemos acostumbrado tanto que ya no nos molesta? ¿Estamos haciendo todo lo posible por mantenernos “inmaculados y sin tacha y en paz”? (2 Ped. 3:14.)
Recordemos también el caso de los primogénitos israelitas y el de Rahab. Para sobrevivir, tuvieron que permanecer en su casa, lo cual exigía fe y obediencia (Heb. 11:28, 30, 31). ¿Puede imaginarse lo que sentían los padres israelitas mientras el ángel de Jehová pasaba por los hogares de los egipcios causándoles “un gran alarido”? Seguramente no les quitaban los ojos de encima a sus primogénitos (Éxo. 12:30). Y en cuanto a Rahab, ¿puede imaginársela acurrucada con su familia en algún rincón de la casa? Realmente necesitó gran fe para obedecer y no salir corriendo al oír que el estruendo del desplome se hacía más y más fuerte.
Pronto llegará el fin del mundo de Satanás. No sabemos aún cómo se nos protegerá cuando llegue el temible “día de la cólera de Jehová” (Sof. 2:3). Lo que sí sabemos es que la clave no está en dónde nos hallemos o cuáles sean nuestras circunstancias. Lo que importa es que tengamos fe en Jehová y le obedezcamos. Mientras tanto, debemos valorar profundamente los “cuartos interiores” de los que habló el profeta Isaías.
“Entra en tus cuartos interiores”
Isaías 26:20 dice: “Anda, pueblo mío, entra en tus cuartos interiores, y cierra tus puertas tras de ti. Escóndete por solo un momento hasta que pase la denunciación”. Es probable que el cumplimiento inicial de esta profecía haya tenido lugar en 539 antes de nuestra era, año en que los medos y los persas conquistaron Babilonia. Al parecer, al entrar en la ciudad, Ciro el Persa ordenó que nadie saliera de su casa, pues sus soldados tenían instrucciones de matar a quienes encontraran en las calles.
Es probable que hoy día los “cuartos interiores” de esta profecía estén muy relacionados con las más de cien mil congregaciones que los testigos de Jehová tienen por todo el mundo. Esas congregaciones desempeñan un importantísimo papel en nuestra vida y seguirán desempeñándolo durante “la gran tribulación” (Rev. 7:14). Al pueblo de Dios se le manda que permanezca en sus “cuartos interiores” y que se esconda “hasta que pase la denunciación”. Por eso es tan necesario que valoremos a la congregación y nos mantengamos cerca de ella a toda costa. Escuchemos, pues, esta exhortación del apóstol Pablo: “Considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes, sin abandonar el reunirnos, como algunos tienen por costumbre, sino animándonos unos a otros, y tanto más al contemplar [...] que el día se acerca” (Heb. 10:24, 25).
¿Qué aprendemos de la manera en que Jehová libró a sus siervos de la antigüedad?
¿Qué representan probablemente los “cuartos interiores” en la actualidad?
La vida eterna en la Tierra : resurge la esperanza
“Daniel, haz secretas las palabras [...] hasta el tiempo del fin. Muchos discurrirán, y el verdadero conocimiento se hará abundante.” (DAN. 12:4)
HOY día, millones de personas entendemos con toda claridad que la esperanza de vida eterna en un paraíso terrestre tiene una sólida base bíblica (Rev. 7:9, 17). Al inicio de la historia, Dios reveló que su intención al crear al hombre no era que viviera solo unos cuantos años, sino por toda la eternidad (Gén. 1:26-28).
Los israelitas tenían la esperanza de que la humanidad recuperara la perfección que Adán había perdido. Y las Escrituras Griegas Cristianas explican lo que Dios hará para que los seres humanos puedan vivir para siempre en la Tierra. Entonces , ¿por qué decimos que dicha esperanza habría de resurgir? ¿Cómo resurgiría y se daría a conocer por todo el mundo?
Se oculta la esperanza
Jesús predijo que los falsos profetas deformarían sus enseñanzas y engañarían a la mayoría de la gente (Mat. 24:11). El apóstol Pedro advirtió a los cristianos: “Habrá falsos maestros entre ustedes” (2 Ped. 2:1). Y Pablo habló de un período en que las personas “no soportar[ían] la enseñanza saludable”, sino que, “de acuerdo con sus propios deseos”, buscarían maestros que “les regal[aran] los oídos”, es decir, que les dijeran solo lo que querían escuchar (2 Tim. 4:3, 4). Satanás se ha encargado de engañar a la gente y ha usado a la cristiandad para ocultar la reconfortante verdad acerca del propósito de Dios para el hombre y la Tierra (léase 2 Corintios 4:3, 4).
¿Por qué rechazaron Orígenes y Agustín el milenarismo, es decir, la creencia en un futuro Milenio? Pues bien, Orígenes era discípulo de Clemente de Alejandría, quien había tomado de los griegos la idea del alma inmortal. El teólogo Werner Jaeger escribió que Orígenes había convertido “en dogma cristiano todo el conjunto de enseñanzas relativas al alma, el cual tomó de Platón”. Debido a la gran influencia que ejercieron en él las ideas platónicas, Orígenes concluyó que las bendiciones del Milenio tendrían lugar en el cielo, no en la Tierra.
Por otra parte, antes de convertirse al cristianismo a los 33 años, Agustín era partidario del neoplatonismo, una variante de la filosofía platónica desarrollada en el siglo tercero por Plotino. El problema fue que tras su conversión, Agustín conservó dicha forma de pensar. “Su mente fue el crisol en el que la religión del Nuevo Testamento se fusionó por completo con la tradición platónica de la filosofía griega.” (The New Encyclopædia Britannica.) La Enciclopedia Católica señala que Agustín dio “una explicación alegórica” del Reinado de Mil Años descrito en el capítulo 20 de Revelación, tras lo cual añade: “Esta explicación [...] fue adoptada por los teólogos Occidentales que lo sucedieron, [por lo que] el milenarismo en su forma original no recibió más apoyo”.
En efecto, lo que socavó la esperanza de la vida eterna en la Tierra fue la creencia de que el alma es inmortal y que solo habita temporalmente en el cuerpo del hombre, una creencia que había surgido en la antigua Babilonia y que se había extendido por todo el planeta. Cuando la cristiandad adoptó esa creencia, sus teólogos manipularon pasajes bíblicos que hablaban de la esperanza celestial para dar a entender que todos los buenos van al cielo. Empezaron a enseñar que solo estamos de paso en la Tierra y que se nos está poniendo a prueba para evaluar si merecemos ir al cielo. Algo parecido ya había sucedido con la esperanza judía de la vida eterna. A medida que los judíos fueron adoptando la creencia griega de la inmortalidad del alma, se fue desvaneciendo la esperanza de la vida eterna en la Tierra. Pero eso es muy distinto de lo que enseña la Palabra de Dios. La Biblia dice que el hombre es un ser creado para vivir en la Tierra , no en el cielo. Por eso, Dios le dijo a Adán: “Polvo eres” (Gén. 3:19). Así es: el hogar eterno del hombre es la Tierra , no el cielo (léanse Salmo 104:5 y 115:16).
Destellos de luz en la oscuridad
Aunque la mayoría de las religiones de la cristiandad rechazan la esperanza de la vida eterna en la Tierra , Satanás no ha logrado mantener oculta la verdad. A lo largo de los siglos, algunos lectores concienzudos de la Biblia vieron destellos de luz, pues entendieron hasta cierto grado lo que Dios hará para que la humanidad recobre la perfección (Sal. 97:11; Mat. 7:13, 14; 13:37-39). En el siglo XVII, la impresión de la Biblia y su traducción a diversos idiomas pusieron las Escrituras al alcance de muchas más personas. En 1651, un erudito escribió: “Si con Adán todos mueren, y han perdido el paraíso y la vida eterna en la tierra, con Cristo [...] todos los hombres habrán de vivir también en la tierra, ya que de otro modo la comparación no sería correcta” (léase 1 Corintios 15:21, 22). Uno de los poetas de habla inglesa más importantes, John Milton (1608-1674), habló en sus obras El Paraíso perdido y El Paraíso recobrado sobre la recompensa que los seres humanos fieles recibirán en un paraíso terrestre. Aunque Milton dedicó gran parte de su vida a estudiar las Escrituras, él mismo reconoció que la verdad no se comprendería por completo sino hasta la presencia de Cristo.
Otra persona que tenía profundo interés en la Biblia fue el célebre matemático Isaac Newton (1642-1727). Newton llegó a la conclusión de que los santos serían resucitados en el cielo y reinarían junto con Cristo (Rev. 5:9, 10). Y en cuanto a los súbditos del Reino, escribió lo siguiente: “La tierra seguirá siendo habitada por [seres humanos] mortales después del día de juicio, y no solo por mil años, sino para siempre”.
Newton pensaba que la presencia de Cristo tardaría siglos en llegar. Y el historiador Stephen Snobelen explica por qué: “La grave apostasía trinitaria que rodeaba a Newton provocó en él un profundo pesimismo. Esa era una de las razones por las que creía que aún faltaba mucho tiempo para que llegara el Reino de Dios”. Las buenas nuevas del Reino seguían ocultas, y en su día Newton no veía ningún movimiento cristiano capaz de proclamarlas. Él escribió: “Las profecías de Daniel y de Juan [registradas estas últimas en el libro de Revelación] solo se entenderán en el tiempo del fin”. Luego añadió: “Daniel dijo que ‘entonces, muchos andarán de aquí para allá, y el conocimiento aumentará’, pues el Evangelio tendrá que predicarse en toda nación antes de la gran tribulación y el fin del mundo. Para que la muchedumbre que lleva ramas de palmera en las manos y que sale de esta gran tribulación sea innumerable y salga de todas las naciones, primero debe predicarse el Evangelio” (Dan. 12:4; Mat. 24:14; Rev. 7:9, 10).
En los días de Milton y de Newton era peligroso expresar opiniones contrarias a la doctrina oficial de la Iglesia. Por eso, gran parte de sus escritos religiosos se publicaron después de su muerte. Por otro lado, la Reforma del siglo XVI no había cambiado en nada la enseñanza de la inmortalidad del alma, y las principales iglesias protestantes siguieron enseñando la idea de Agustín de que el Milenio no era un suceso futuro, sino pasado. ¿Aumentaría el conocimiento en el tiempo del fin?
“El verdadero conocimiento se hará abundante”
Daniel predijo que ocurriría algo muy emocionante en “el tiempo del fin” (léase Daniel 12:3, 4, 9, 10). Y Jesús predijo algo parecido: “En aquel tiempo los justos resplandecerán tan brillantemente como el sol” (Mat. 13:43). ¿Cómo se haría abundante el conocimiento en el tiempo del fin? Para responder a esta pregunta, veamos lo que sucedió unas décadas antes de que comenzara ese período en 1914.
A finales del siglo XIX había muchas personas sinceras tratando de comprender “el modelo de palabras saludables”, es decir, la verdad bíblica (2 Tim. 1:13). Una de ellas fue Charles Taze Russell, quien en 1870 formó un grupo de estudio de la Biblia junto con otros compañeros. En 1872 analizaron la doctrina de la “restitución”. Y años después, Russell escribió: “Hasta ese momento no entendíamos con claridad la gran diferencia que hay entre la recompensa que recibirá la iglesia [la congregación de cristianos ungidos], que ahora mismo está siendo sometida a prueba, y la que recibirán los fieles del mundo”. La recompensa de este último grupo sería “la restauración al estado perfecto que tenía Adán, su progenitor y cabeza, en Edén”. Russell reconoció la ayuda que había recibido de otras personas para entender esta verdad bíblica. ¿Quiénes fueron estas personas?
Una de ellas fue Henry Dunn, quien escribió sobre “la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo” (Hech. 3:21). Él sabía que como parte de esa restauración, Dios devolvería la perfección a la humanidad en la Tierra durante el Reinado de Mil Años de Cristo. También examinó una cuestión que tenía perplejas a muchas personas: ¿quiénes en particular serían los que vivirían para siempre en la Tierra ? Él explicó que millones de personas resucitarían, aprenderían la verdad y recibirían la oportunidad de poner fe en Cristo.
En 1870, George Storrs, que vivía en Brooklyn (Nueva York) y publicaba una revista llamada Bible Examiner, también llegó a la conclusión de que los injustos resucitarían y tendrían la oportunidad de vivir para siempre. Su estudio de las Escrituras también le ayudó a entender que todo el que rechace esa oportunidad “morirá, aun si ‘ese pecador tiene cien años de edad’” (Isa. 65:20).
Russell comprendió por su estudio de la Biblia que había llegado el tiempo de proclamar las buenas nuevas, de modo que en 1879 empezó a publicar la revista Zion’s Watch Tower and Herald of Christ’s Presence (La Torre del Vigía de Sión y Heraldo de la Presencia de Cristo), conocida ahora como La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová. Hasta ese momento, solo unas pocas personas entendían cuál era la verdadera esperanza de la humanidad, pero eso estaba a punto de cambiar, pues ahora los Estudiantes de la Biblia de muchos países podrían recibir y estudiar La Atalaya. La creencia de que unos pocos irán al cielo mientras que millones de personas vivirán en perfección en la Tierra los distinguió de la gran mayoría de las religiones de la cristiandad.
El predicho “tiempo del fin” comenzó en 1914. ¿Se hizo abundante en ese tiempo el conocimiento acerca de la verdadera esperanza de la humanidad? (Dan. 12:4.) En 1913, los sermones de Russell se publicaban en 2.000 periódicos con un total de 15.000.000 de lectores. Para finales de 1914, más de 9.000.000 de personas de tres continentes habían visto el “Foto-Drama de la Creación ”, una presentación que alternaba fragmentos de película con diapositivas y que hablaba del Reinado Milenario de Cristo. De 1918 a 1925, los siervos de Jehová de todo el mundo presentaron en más de treinta idiomas el discurso “Millones que ahora viven no morirán jamás”, el cual explicaba en qué consiste la esperanza de la vida eterna en la Tierra. Y en 1934 comprendieron que todo aquel que deseara vivir para siempre en la Tierra tenía que bautizarse. Todo esto renovó el entusiasmo con el que predicaban las buenas nuevas del Reino. Hoy día, millones de personas se sienten muy agradecidas a Jehová por esa maravillosa esperanza.
Se acerca “la gloriosa libertad”
Dios impulsó al profeta Isaías a escribir sobre la clase de vida que disfrutarán sus siervos en la Tierra (léase Isaías 65:21-25). Todavía existen algunos de los árboles que estaban vivos cuando Isaías puso por escrito esas palabras hace dos mil setecientos años. ¿Se imagina que usted pudiera vivir miles de años con vigor y plena salud?
La vida del hombre no será un fugaz paso por este planeta. Al contrario, tendremos infinitas oportunidades de aprender y, como dijo Isaías, de edificar y plantar. Las amistades que entablemos seguirán estrechándose por toda la eternidad. ¡Qué “gloriosa libertad” disfrutarán en la Tierra “los hijos de Dios”! (Rom. 8:21.)
Según Agustín, el Reinado de Mil Años de Dios no comenzaría en el futuro, sino que había empezado con la fundación de la Iglesia.
¿Podría explicarlo?
• ¿Cómo quedó oculta la verdadera esperanza de la humanidad?
• ¿Qué comprendieron algunos lectores de la Biblia en el siglo XVII?
• ¿Cómo se fue aclarando la verdadera esperanza de la humanidad en las décadas anteriores a 1914?
• ¿De qué manera se ha hecho abundante el conocimiento sobre la esperanza terrenal?+86
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